En la primera parte de la “visión de Hermes” se asemeja al cielo estrellado cuyas profundidades insondables están sembradas de constelaciones. Que para el sabio es un espacio sin límites, donde giran los mundos con sus ritmos y sus cadencias. Contiene los números eternos, los signos evocadores y las claves mágicas: cuanto más aprendas a contemplarla y a comprenderla, más verás extender sus límites, porque la misma ley orgánica gobierna todos los mundos. La doctrina del Verbo Luz representa la divinidad en su perfecto equilibrio (estado estático) Su triple naturaleza, a su vez inteligencia, fuerza y materia; espíritu, alma y cuerpo; luz, verbo y vida; esencia, manifestación y substancia, son tres términos recíprocos, cuya unión constituye el principio divino e intelectual por excelencia, la Ley de la unidad ternaria, que de arriba abajo domina la creación.
En la segunda parte de la visión, se representa a la divinidad en evolución activa (estado dinámico); el universo visible e invisible, el acto viviente. Las siete esferas relacionadas con siete planetas simbolizan siete principios, siete estados diferentes de la materia y del espíritu, siete mundos diversos que cada hombre y cada humanidad se ven forzados a atravesar en su evolución a través de un sistema solar. Los siete Genios, o los siete Dioses cosmogónicos, significaban los espíritus superiores y directores de todas las esferas, salidos también de la evolución inevitable. Cada gran Dios era, par aun iniciado antiguo, el símbolo y el patrón de legiones de espíritus que reproducían su tipo bajo mil variantes, y que, desde su esfera, podían ejercer una acción sobre el hombre y sobre las cosas terrestres. Los siete Genios de la visión de Hermes son los siete Devas de la India, los siete Amshapands de Persia, los siete grandes Ángeles de Caldea, los siete Sephiroths de la Cábala, los siete Arcángeles del Apocalipsis cristiano. Y el gran septenario que abarca el universo no vibra únicamente en los siete colores del arco iris, en las siete notas de la escala musical; se manifiesta también en la constitución del hombre, que es triple por esencia, pero séptuple por evolución
« LA VISION DE HERMES » Hermes quedo dormido tas reflexionar sobre el origen de las cosas. Una pesada torpeza se apoderó de su cuerpo, pero a medida que su cuerpo se embotaba, su espíritu subía por lo espacios. Entonces le pareció que un ser inmenso, sin forma determinada, le llamaba por su nombre
¿Quién eres? Dijo Hermes(H) asustado
Soy Osiris (O), la inteligencia soberana y puedo revelarte todas las cosas. ¿Qué deseas?
H Deseo contemplar la fuente de los seres y conocer a Dios
En ese momento Hermes se sintió inundado por una luz deliciosa. En sus hondas diáfanas pasaban las formas encantadoras de todos los seres. Pero de repente, espantosas tinieblas de forma sinuosa descendieron sobre él, dejándole sumido en un caos húmedo lleno de humo y de un lúgubre zumbido. Una voz se elevo del abismo. Era el grito de la luz. En seguida un fuego sutil salió de las húmedas profundidades y alcanzó las alturas etéreas. Hermes subió con el y se volvió a ver en los espacios. El caos se despejaba en el abismo; coros de astros se esparcían sobre su cabeza, y la voz de la luz llenaba el infinito.
O ¿Has comprendido lo que has visto?
H No
O Pues vas a saberlo.
Acabas de ver lo que es dado desde la eternidad.
La luz que has visto al principio, es la inteligencia divina que contiene todas las cosas en potencia y encierra los modelos de todos los seres.
Las tinieblas en que has sido sumergido en seguida, son el mundo material en que viven los hombres de la tierra
El fuego que has visto brotar de las profundidades es el Verbo Divino
Dios es el Padre, el Verbo es el Hijo, su unión es la Vida.
H ¿Qué sentido maravilloso se ha abierto en mí? Ya no veo con los ojos del cuerpo, sino con los del espíritu. ¿Cómo ocurre esto?
O Hijo de la Tierra, es porque el Verbo está en ti. Lo que en ti oye, ve, obra, es el Verbo mismo, el fuego sagrado, la palabra creadora.
H Pues que es así, hazme ver la vida de los mundos, el camino de las almas, de dónde viene el hombre y a dónde vuelve
Hermes se volvió más pesado que una piedra y cayó a través de los espacios como un aerolito. Por fin se vio en la cumbre de una montaña. Estaba oscuro; la tierra era sombría y desnuda; sus miembros le parecían pesados como hierro
O ¡Levanta los ojos y mira!
Hermes vio un espectáculo maravilloso. El espacio infinito, el cielo estrellado le envolvía en siete esferas luminosas. De una sola mirada, Hermes vio los siete cielos escalonados sobre su cabeza como siete globos transparentes y concéntricos, cuyo centro sideral él ocupaba. El último tenía como cintura la vía láctea. En cada esfera giraba un planeta acompañado de una forma, signo y luz diferentes
O Mira, escucha y comprende. Tú ves las siete esferas de toda vida. A Través de ellas tiene lugar la caída de las almas y su ascensión. Los siete planetas con sus Genios son los siete rayos del Verbo luz. Cada uno de ellos domina en una esfera del Espíritu, en una fase de la vida de las almas.
El más aproximado a ti es el Genio de la Luna, el de inquietante sonrisa y coronado por una hoz de plata. Este preside a los nacimientos y a las muertes. El desagrega las almas de los cuerpos y las atrae en su rayo. Sobre él, el pálido Mercurio muestra el camino de las almas descendentes o ascendentes, con su caduceo que contiene la ciencia. Más arriba el brillante Venus sostiene el espejo del Amor, donde las almas por turnos se olvidan y se reconocen. Sobre éste, el Genio del Sol eleva la antorcha triunfal de la eterna Belleza. Más arriba aún, Marte blande la espada de la justicia. Reinando sobre la esfera azulada, Júpiter sostiene el cetro del poder supremo, que es la Inteligencia divina. En los límites del mundo, bajo los signos del Zodiaco, Saturno lleva el globo de la sabiduría universal
H Veo las siete regiones que comprenden el mundo visible e invisible; veo los siete rayos del Verbo Luz, del Dios único que los atraviesa y gobierna. Pero ¿oh maestro mio! ¿en qué forma tiene lugar el viaje de los hombres a través de todos esos mundos?
O ¿Ves una simiente luminosa caer de las regiones de la vía láctea en la séptima esfera? Son germenes de almas. Ellas viven como vapores ligeros en la región de Saturno, dichosas, sin preocupación, ignorantes de su felicidad. Pero al caer de esfera a esfera revisten envolturas cada vez más pesadas. En cada encarnación adquieren un nuevo sentido corporal, conforme al medio en que habitan. Su energía vital aumenta; pero a medida que entran en cuerpos más espesos, pierden el recuerdo de su origen celeste. Así tiene lugar la caída de las almas procedente del divino Eter. Más y más prisioneras de la materia, más y más embriagadas por la vida, se precipitan como una lluvia de fuego, con estremecimientos de voluptuosidad, a través de las regiones del Dolor, del Amor y de la Muerte, hasta su prisión terrestre, donde tú gimes retenido por el centro ígneo de la tierra y donde la vida divina parece un vano sueño.
H ¿Pueden morir las almas?
O Sí; muchas perecen en el descenso fatal. El alma es hija del cielo y su viaje es una prueba. Si en su amor desenfrenado de la materia pierde el recuerdo de su origen, la brasa divina que en ella estaba y que hubiera podido llegar a ser más brillante que una estrella, vuelve a la región etérea, átomo sin vida, y el al alma se desagrega en el torbellino de los elementos groseros.
Hermes se estremeció, porque una tempestad rugiente le envolvió en una nube negra. Las siete esferas desaparecieron bajo espesos vapores. Vio allí espectros humanos lanzando extraños gritos, llevados y desgarrados por fantasmas de monstruos y de animales, en medio de germidos y de blasfemias sin nombre.
O Tal es el destino de las almas irremediablemente bajas y malvadas. Su tortura sólo termina con su destrucción, que es la pérdida de toda conciencia.
Pero mira: los vapores se disipan, las siete esferas reaparecen bajo el firmamento. Mira en este lado ¿Ves aquel enjambre de almas que tratan de remontarse a la región lunar?
Las unas son rechazadas hacia la tierra, como torbellinos de pájaros bajo los golpes de la tempestad
Las Otras alcanzan a grandes aletazos la esfera superior, que las arrastra en su rotación. Una vez llegadas allá, recobran la visión de las cosas divinas. Pero esta vez no se contentan con reflejarlas en el sueño de una felicidad impotente. Ellas se impregnan de aquellas cosas que la lucidez de la conciencia iluminada por el dolor, con la energía de la voluntad adquirida en la lucha. Ellas se vuelven luminosas, porque poseen lo divino en sí mismas y lo irrádian en sus actos. Templa, pues, tu alma ¿oh Hermes!, y serena tu espíritu oscurecido, contemplando esos vuelos lejanos de almas que remontan las siete esferas y allí se esparcen como haces de chispas. Porque tú también puedes seguirlas: basta quererlo para elevarse. Mira como ellas se enjambran y describen coros divinos. Cada una se coloca bajo su genio preferido. Las más bellas viven en la región solar, las más poderosas se elevan hasrta Saturno. Algunas se remontan hasta el Padre: entre las potencias, potencias ellas misma. Porque allí donde todo acaba, todo comienza eternamente, y las siete esferas dicen juntas: ¿Sabiduría! ¡Amor! ¡Justicia! ¡Belleza! ¡Esplendor! ¡Ciencia! ¡Inmortalidad!
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