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Archive for julio 2010

  • El septenario que abarca el universo , que vibra en los siete colores del arco iris y en las siete notas de la escala musical; se manifiesta también en la constitución del hombre, que es triple por esencia, pero séptuple por evolución

Los nombres egipcios de la constitución septenaria del hombre son:

  • Chat, cuerpo material
  • Anch, fuerza vital
  • ka, doble etéreo o cuerpo astral
  • Hati, alma animal
  • Bai, alma racional
  • Cheibi, alma espiritual
  • Ku, espíritu divino.

Siete aspectos de manifestación del ser humano: divino, espiritual, psíquico, astral, fisiológico y físico

Para los teósofos, el hombre septenario, está integrado  por Ser espiritual superior (sus tres aspectos atemporales, Voluntad, Amor e Inteligencia, es decir Ley, Sabiduria y Mente Universal)  y , personalidad (máscara en griego) terrestre (con sus cuatro concretos aspectos temporales: cuerpo, vitalidad, afectividad y mente racional o concreta). ç

Estos cuatro últimos aspectos, a la muerte del hombre, se disuelven en los cuatro elementos básicos de la naturaleza; mientras que los que conforman su aspecto superior y que constituyen la Monada retornan con su reencarnación

En hinduismo, la clasificación septenaria, esta integrada por los principios:

  • Âtman (Espíritu) Llamado también Atma, síntesis de los siguientes
  • Buddhi (alma espiritual)
  • Manas (mente o alma humana)
  • Kâmarûpa (alma animal:instintos, deseos y pasiones)
  • Prâna (parte de Jîva que el cuerpo físico usa)
  • Linga-zarîra (cuerpo astral, doble etéreo, vehículo de vida)
  • Sthûla-zarîra (cuerpo físico, modelado sobre el enterior

Doctrina,  en la que los aspectos imperecederos son

  • Âtman o Jîva, “Vida única”
  • Envoltura áurea, Âkâza primordial y puro.
  • Buddhi, manifestación de Alaya, alma espiritual universal
  • Manas (Ego superior), que procede del Mahat, laInteligencia cósmica.

y los aspectos perecederos:

  • Prâna, aliento de vida. aspecto que corresponde al Âtman.
  • Linga-zarîra, forma astral que precede la formación del cuerpo, emanando  de la envoltura áurea, Tras la muerte se adhiere al cuerpo que se descompone
  • Manas inferior o Alma animal, sombra del Buddhi-Manas. Corresponde a los Principios fundamentales Buddhi y Manas.

El hombre verdaderamente es el Manas superior; entidad que se reencarna con  la huella kármica de sus buenas o malas vidas anteriores.

El Manas perfeccionada se integra en el Âtma-Buddhi, se hace  uno en la deidad.

En el cristianismo Paulino, sobre el que se sustenta el Cristianismo dogmático, el hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu, constitución que encubre la constitución septenaria del hombre, siendo  los aspetos ausentes las cualidadeso poderes  del cuerpo y el alma (lo que no dicen)

El Espíritu puro, Monada o PADRE refleja los tres aspectos de la Deidad:

  • Voluntad espiritual /Atman) o Poder                                   Padre         
  • Amor – Sabiduría . Intuición (Budi. Principio Cristico)  Hijo
  • Inteligencia Activa  Mente superior abstracta (Manas) Espíritu Santo

El Alma nota su poder en el hombre evolucionado, quien controla su yo inferior o personalidad, con su yo superior o Individualidad (quien establece su conexión espiritual consciente)

El Ego se refleja en: El cuerpo mental o manas infefior; El cuerpo emocional o cuerpo astral; y, el cuerpo físico que une el físico denso y el cuerpo etérico

El objetivo inmediato consiste en comprendar el aspecto EGO SUM, que debe controlar su naturaleza inferior. Desbastando su personalidad, su Alma dispondrá del vehículo capaz de manifestar SU NATURALEZA ESPIRITUAL O MONADA. Chispar divina que eolucionará hacia la reintegración el EL PADRE.

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En la primera parte de la “visión de Hermes” se asemeja al cielo estrellado cuyas profundidades insondables están sembradas de constelaciones. Que para el sabio es un espacio sin límites, donde giran los mundos con sus ritmos y sus cadencias. Contiene los números eternos, los signos evocadores y las claves mágicas: cuanto más aprendas a contemplarla y a comprenderla, más verás extender sus límites, porque la misma ley orgánica gobierna todos los mundos. La doctrina del Verbo Luz representa la divinidad en su perfecto equilibrio (estado estático) Su triple naturaleza, a su vez inteligencia, fuerza y materia; espíritu, alma y cuerpo; luz, verbo y vida; esencia, manifestación y substancia, son tres términos recíprocos, cuya unión constituye el principio divino e intelectual por excelencia, la Ley de la unidad ternaria, que de arriba abajo domina la creación.

En la segunda parte de la visión, se representa a la divinidad en evolución activa (estado dinámico); el universo visible e invisible, el acto viviente. Las siete esferas relacionadas con siete planetas simbolizan siete principios, siete estados diferentes de la materia y del espíritu, siete mundos diversos que cada hombre y cada humanidad se ven forzados a atravesar en su evolución a través de un sistema solar. Los siete Genios, o los siete Dioses cosmogónicos, significaban los espíritus superiores y directores de todas las esferas, salidos también de la evolución inevitable. Cada gran Dios era, par aun iniciado antiguo, el símbolo y el patrón de legiones de espíritus que reproducían su tipo bajo mil variantes, y que, desde su esfera, podían ejercer una acción sobre el hombre y sobre las cosas terrestres. Los siete Genios de la visión de Hermes son los siete Devas de la India, los siete Amshapands de Persia, los siete grandes Ángeles de Caldea, los siete Sephiroths de la Cábala, los siete Arcángeles del Apocalipsis cristiano. Y el gran septenario que abarca el universo no vibra únicamente en los siete colores del arco iris, en las siete notas de la escala musical; se manifiesta también en la constitución del hombre, que es triple por esencia, pero séptuple por evolución 

« LA VISION DE HERMES » Hermes quedo dormido tas reflexionar sobre el origen de las cosas. Una pesada torpeza se apoderó de su cuerpo, pero a medida que su cuerpo se embotaba, su espíritu subía por lo espacios. Entonces le pareció que un ser inmenso, sin forma determinada, le llamaba por su nombre

¿Quién eres? Dijo Hermes(H) asustado

Soy Osiris (O), la inteligencia soberana y puedo revelarte todas las cosas. ¿Qué deseas?

 

H Deseo contemplar la fuente de los seres y conocer a Dios

En ese momento Hermes se sintió inundado por una luz deliciosa. En sus hondas diáfanas pasaban las formas encantadoras de todos los seres. Pero de repente, espantosas tinieblas de forma sinuosa descendieron sobre él, dejándole sumido en un caos húmedo lleno de humo y de un lúgubre zumbido. Una voz se elevo del abismo. Era el grito de la luz. En seguida un fuego sutil salió de las húmedas profundidades y alcanzó las alturas etéreas. Hermes subió con el y se volvió a ver en los espacios. El caos se despejaba en el abismo; coros de astros se esparcían sobre su cabeza, y la voz de la luz llenaba el infinito.

O ¿Has comprendido lo que has visto?

H  No

O  Pues vas a saberlo.

Acabas de ver lo que es dado desde la eternidad.

La luz que has visto al principio, es la inteligencia divina que contiene todas las cosas en potencia y encierra los modelos de todos los seres.

Las tinieblas en que has sido sumergido en seguida, son el mundo material en que viven los hombres de la tierra

El fuego que has visto brotar de las profundidades es el Verbo Divino

Dios es el Padre, el Verbo es el Hijo, su unión es la Vida.

¿Qué sentido maravilloso se ha abierto en mí? Ya no veo con los ojos del cuerpo, sino con los del espíritu. ¿Cómo ocurre esto?

Hijo de la Tierra, es porque el Verbo está en ti. Lo que en ti oye, ve, obra, es el Verbo mismo, el fuego sagrado, la palabra creadora.

Pues que es así, hazme ver la vida de los mundos, el camino de las almas, de dónde viene el hombre y a dónde vuelve

Hermes se volvió más pesado que una piedra y cayó a través de los espacios como un aerolito. Por fin se vio en la cumbre de una montaña. Estaba oscuro; la tierra era sombría y desnuda; sus miembros le parecían pesados como hierro

¡Levanta los ojos y mira!

Hermes vio un espectáculo maravilloso. El espacio infinito, el cielo estrellado le envolvía en siete esferas luminosas. De una sola mirada, Hermes vio los siete cielos escalonados sobre su cabeza como siete globos transparentes y concéntricos, cuyo centro sideral él ocupaba. El último tenía como cintura la vía láctea. En cada esfera giraba un planeta acompañado de una forma, signo y luz diferentes

Mira, escucha y comprende. Tú ves las siete esferas de toda vida. A Través de ellas tiene lugar la caída de las almas y su ascensión. Los siete planetas con sus Genios son los siete rayos del Verbo luz. Cada uno de ellos domina en una esfera del Espíritu, en una fase de la vida de las almas.

El más aproximado a ti es el Genio de la Luna, el de inquietante sonrisa y coronado por una hoz de plata. Este preside a los nacimientos y a las muertes. El desagrega las almas de los cuerpos y las atrae en su rayo. Sobre él, el pálido Mercurio muestra el camino de las almas descendentes o ascendentes, con su caduceo que contiene la ciencia. Más arriba el brillante Venus sostiene el espejo del Amor, donde las almas por turnos se olvidan y se reconocen. Sobre éste, el Genio del Sol eleva la antorcha triunfal de la eterna Belleza. Más arriba aún, Marte blande la espada de la justicia. Reinando sobre la esfera azulada, Júpiter sostiene el cetro del poder supremo, que es la Inteligencia divina. En los límites del mundo, bajo los signos del Zodiaco, Saturno lleva el globo de la sabiduría universal

Veo las siete regiones que comprenden el mundo visible e invisible; veo los siete rayos del Verbo Luz, del Dios único que los atraviesa y gobierna. Pero ¿oh maestro mio! ¿en qué forma tiene lugar el viaje de los hombres a través de todos esos mundos?

¿Ves una simiente luminosa caer de las regiones de la vía láctea en la séptima esfera? Son germenes de almas. Ellas viven como vapores ligeros en la región de Saturno, dichosas, sin preocupación, ignorantes de su felicidad. Pero al caer de esfera a esfera revisten envolturas cada vez más pesadas. En cada encarnación adquieren un nuevo sentido corporal, conforme al medio en que habitan. Su energía vital aumenta; pero a medida que entran en cuerpos más espesos, pierden el  recuerdo de su origen celeste. Así tiene lugar la caída de las almas procedente del divino Eter. Más y más prisioneras de la materia, más y más embriagadas por la vida, se precipitan como una lluvia de fuego, con estremecimientos de voluptuosidad, a través de las regiones del Dolor, del Amor y de la Muerte, hasta su prisión terrestre, donde tú gimes retenido por el centro ígneo de la tierra y donde la vida divina parece un vano sueño.

¿Pueden morir las almas?

Sí; muchas perecen en el descenso fatal. El alma es hija del cielo y su viaje es una prueba. Si en su amor desenfrenado de la materia pierde el recuerdo de su origen, la brasa divina que en ella estaba y que hubiera podido llegar a ser más brillante que una estrella, vuelve a la región etérea, átomo sin vida, y el al alma se desagrega en el torbellino de los elementos groseros.

Hermes se estremeció, porque una tempestad rugiente le envolvió en una nube negra. Las siete esferas desaparecieron bajo espesos vapores. Vio allí espectros humanos lanzando extraños gritos, llevados y desgarrados por fantasmas de monstruos y de animales, en medio de germidos y de blasfemias sin nombre.

Tal es el destino de las almas irremediablemente bajas y malvadas. Su tortura sólo termina con su destrucción, que es la pérdida de toda conciencia.

Pero mira: los vapores se disipan, las siete esferas reaparecen bajo el firmamento. Mira en este lado ¿Ves aquel enjambre de almas que tratan de remontarse a la región lunar?

Las unas son rechazadas hacia la tierra, como torbellinos de pájaros bajo los golpes de la tempestad

Las Otras alcanzan a grandes aletazos la esfera superior, que las arrastra en su rotación. Una vez llegadas allá, recobran la visión de las cosas divinas. Pero esta vez no se contentan con reflejarlas en el sueño de una felicidad impotente. Ellas se impregnan de aquellas cosas que la lucidez de la conciencia iluminada por el dolor, con la energía de la voluntad adquirida en la lucha. Ellas se vuelven luminosas, porque poseen lo divino en sí mismas y lo irrádian en sus actos. Templa, pues, tu alma ¿oh Hermes!, y serena tu espíritu oscurecido, contemplando esos vuelos lejanos de almas que remontan las siete esferas y allí se esparcen como haces de chispas. Porque tú también puedes seguirlas: basta quererlo para elevarse. Mira como ellas se enjambran y describen coros divinos. Cada una se coloca bajo su genio preferido. Las más bellas viven en la región solar, las más poderosas se elevan hasrta Saturno. Algunas se remontan hasta el Padre: entre las potencias, potencias ellas misma. Porque allí donde todo acaba, todo comienza eternamente, y las siete esferas dicen juntas: ¿Sabiduría!  ¡Amor!  ¡Justicia!  ¡Belleza!  ¡Esplendor!  ¡Ciencia!  ¡Inmortalidad!

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La religión universal de la humanidad.

Israel es el eslabón necesario entre el antiguo y el nuevo ciclo. Los símbolos del AT y del NT encierran toda la tradición esotérica del pasado, bajo una forma alterada en continuada “copistería”.

La idea monoteísta conlleva la unificación de la humanidad bajo un mismo Dios y una misma ley.

Moisés, heredero de Patriarcas, forja un pueblo para la religión, y no una religión para un pueblo.

La idea de Moisés y de los Profetas ha vivido y se ha ensanchado, transfigurada por el Cristianismo, reavivada por el Islam, aunque de un modo inferior, se impuso al Occidente bárbaro, reaccionó sobre Asia misma. Desde entonces la humanidad gira en torno a esa idea central.

Las tribus hebreas que vivían en el valle de Goshen bajo el nombre de Beni Jacob (cuyos precursores fueron los reyes nómadas Abraham, Isaac y Jacob), los “Ibrim” los del otro lado, los de allá, “los que han pasado el río”, hermanos de los árabes, eran semitas mezcla de la raza blanca y la negra. Conocidos en el norte de África como bodones (beduinos), y entre el mar rojo-el golfo pérsico- el Eufrates y Palestina, como Ammonitas, élamitas o edonitas, ..

Sus antepasados los ghibosim, aborrecían la piedra tallada, por lo que de dependencia de las ciudades, servidumbre y sometimiento, significaba. Por eso eran tribus pastores nómadas, en busca de la libertad que otorga el desierto, que estaban dirigidos por Patriarcas aislados, a los que la leyenda agrupó en una sola familia (modo muy usado por el sacerdocio para representar la paternidad intelectual), A través de ellos, su genealogía revela la filiación de culto monoteísta. Los Patriarcas cuya autoridad civilizadora respira paz, y cuyo bastón de mando es el centro de la equidad, son los árbitros naturales entre la familia y la tribu. En sus leyendas se aprecia el pensamiento esotérico, su elevación moral y amplitud de alma. Para ellos el orden sublime que Aelohim hace reinar en el universo se traduce al orden social, en culto a la familia, en respeto a la mujer, en el amor apasionado a los hijos, en la protección a la tribu, en la hospitalidad al extranjero.

Avanzan las tribus elegidas de los Abramitas, de los Jacobelitas, de los Beni Israel, en la inmensidad del desierto, bajo el manto de Aelohim, bajo la guarda de los patriarcas únicos conocedores del objeto de su eterno viaje.

Abram (Abraham, o padre Orham), rey de Ur (Caldea) atendiendo la voz del Señor condujo a su pueblo al oeste, a Canaán, y le impuso el culto de Aelohim. Su encuentro con Melchisedec, rey de Salem (Jerusalem) sacrificador de Aelohim, es de comunión entre iniciados, Melchisedec haciendo traer pan y agua bendijo a Abram “Bendito sea Abram por Aelohim, el Dios soberano, poseedor de los cielos y de la tierra (Génesis XIV, 18 y 19). Pues entre los adoradores de Aelohim había lazo de fraternidad, signos de reconocimiento y un fin común.

En Isaac, apreciamos la iniciación egipcia (Is)

En Jacob y José su origen fenicio. El sueño de Jacob, su “escala” de ángeles subiendo y bajando y en lo más alto Aelohim, es un extracto judaico de la “visión de Hermes”, de la doctrina descendente y ascendente de las almas.

Tres jefes de pueblos diversos, que vivieron en épocas distantes, se unieron en una genealogía, en una sola familia Abram-Isaac-Jacob.

Sinai y Horeb eran los centros místicos del culto monoteísta.

En el país de Medián, la Península sinaítica albergaba un santuario etiópico, centro religioso de árabes, semitas, y hombres de raza negra que buscaban la iniciación. En este templo, con su pozo de la verdad “pozo del viviente que me ve”, su Gran Sacerdote, Raguel “Vigilante de Dios”, era Jetro (el etiope padre de Sephora), en el tiempo en que  Horsarsiph (Moisés), primo de Menephtah (hijo de Ramsés II), habiendo anteriormente recibido su instrucción en el templo de Ammón-Râ en Memphis y devenido sacerdote de Osiris con el Sumo Sacerdote Membra, y posible candidato a Faraón, se exilió al Sinaí pidiéndole asilo a Jetro, en nombre de Osiris-Aelohim, para purificarse del asesinato del capataz de obra egipcio. Tras las pruebas tomó el nombre de Moisés “El salvado”.

Es este Moisés, que narra la Biblia, educado en Egipto y enviado como inspector de los judíos de Gosen, en el que se establece la filiación secreta entre la religión mosaica y la iniciación egipcia.

La ciencia egipcia admitía la inmutabilidad de las leyes del universo, el desarrollo de los mundos por evolución gradual, y tenía sobre el alma y la naturaleza invisible, nociones extensas y precisas. 

Los doctos griegos afirman que los sacerdotes de Egipto, expresaban de tres maneras sus pensamientos: Una clara y sencilla; una simbólica y figurada, y; una jeroglífica y sagrada. La misma palabra tendría un sentido propio (hablada), uno figurado (significativa) y uno  trascendente (oculta). Esta última era la empleaba en las ciencias teogónicas y cosmogónicas.

Sus jeroglíficos tenían tres sentidos distintos de los que los dos últimos no se podían comprender sin “clave”, que estaba basada en el dogma fundamental de Hermes: una ley rige el mundo natural, el humano y el divino.

Lenguaje que se abre al adepto, que podía abarcar los tres mundos de una mirada, capaz de evocar de con un signo los principios, las causas y los efectos que de la divinidad irradian en la naturaleza ciega, en la conciencia humana y en el mundo de los espíritus puros.

El sentido y la clave del Génesis se encuentra: en el simbolismo egipcio, en las religiones del antiguo ciclo, en la síntesis de la doctrinas de los iniciados (desde la védica hasta los iniciados cristianos de los primeros siglos). El Génesis esta escrito en jeroglíficos egipcios de tres sentidos, confiando a los iniciados Moisés las claves. Claves que se habían perdido parcialmente, tras sucesivas modificaciones (fenicias en tiempos de Salomón; aramea caldaica en tiempos de Esdras tras la cautividad de Babilonia), pero que tras su traducción griega, albergan  tan sólo una débil idea de su sentido esotérico, débil idea que los exegetas y teólogos pueden ver en la Vulgata, escapándoseles el sentido comparativo y superlativo. En el lenguaje de Moisés cada consonante tenía un sentido universal en relación con el valor acústico de la letra y el estado del hombre que la pronunciaba.

Por el esoterismo comparado (intuición, análisis y síntesis), la Cábala, y el trabajo de hombres de genio como Fabre d’Olivet, podemos entrever y reconstruir el Génesis.

Fabre d’Olivet comparó las lengua hebreas, árabes, siriaca, aramea y caldea, en sus raíces primitivas y universales y compuso “La lengua hebraica restituida”

Saint-Ives d’Alveydre, basado en la obra d’Oliver y la Lipsis de Pitágoras, compuso “La Misión de los Judios”: …”el gobierno ternario y arbitral, compuesto de los tres poderes, económico, judicial y religioso o científico, fue en todos los tiempos un corolario de la doctrina de los iniciados y una parte constitutiva de las religiones del antiguo ciclo, anteriores a Grecia. Una sinarquía o gobierno según los principios, donde se puede hallar la ley social orgánica, única salvación del porvenir”.

Schure

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Relativo a Isis

Plutarco en su Ethika, relativo a  Isis, dice : “Isis es, pues, la naturaleza considerada como mujer y apta para recibir toda generación. Este es el sentido en que Platón la llama ‘Nodriza’ y ‘Aquella que todo lo contiene’. La mayor parte la llaman ‘Diosa de infinitos nombres’, porque la divina Razón la conduce a recibir toda especie de formas y apariencias. Siente amor innato por el primer principio, por el principio que ejerce sobre todo supremo poder, y que es idéntico al principio del bien; lo desea, lo persigue, huyendo y rechazando toda participación con el principio del mal. Aunque sea tanto para el uno como para el otro materia y habitáculo, se inclina siempre voluntariamente hacia el mejor principio; a él se ofrece para que la fecunde, para que siembre en su seno lo que de él emana y lo semejante a él. Se regocija al recibir estos gérmenes y tiembla de alegría cuando se siente encinta y llena de gérmenes productores. En efecto, toda generación es imagen en la materia de la substancia fecundante, y la criatura se produce a imitación del ser que le dio la vida.

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Los doctos griegos afirman que los sacerdotes de Egipto, expresaban de tres maneras sus pensamientos: Una clara y sencilla; una simbólica y figurada, y; una jeroglífica y sagrada.

La misma palabra tendría un sentido propio (hablada), uno figurado (significativa) y uno  trascendente (oculta). Esta última era la empleaba en las ciencias teogónicas y cosmogónicas.

Sus jeroglíficos tenían tres sentidos distintos de los que los dos últimos no se podían comprender sin “clave”, que estaba basada en el dogma fundamental de Hermes: una ley rige el mundo natural, el humano y el divino.

Lenguaje que se abre al adepto, que podía abarcar los tres mundos de una mirada, capaz de evocar de con un signo los principios, las causas y los efectos que de la divinidad irradian en la naturaleza ciega, en la conciencia humana y en el mundo de los espíritus puros.

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ISIS

ISIS

En el lenguaje sagrado, jeroglífico,  de los templos egipcios ISIS cobra los siguientes significados

  1. sentido propio significa la mujer (el género femenino universal),
  2. sentido comparativo personifica el conjunto de la naturaleza terrestre con sus potencialidades conceptivas,
  3. sentido superlativo simboliza la naturaleza celeste e invisible, el elemento propio de las almas y los espíritus, la luz espiritual e inteligible por si misma, que únicamente confiere la iniciación.

En la tradición judeo cristiana  y en el Génesis, le corresponde el símbolo EVE, Heva, la Mujer eterna, la mujer de Adam y la esposa de Dios. Porque el nombre del Eterno IEVE impropiamente llamado Jehováh y Yaveh, se compone del prefijo Jod (el pensamiento divino o Natura Naturans) y del nombre Evé (tres ordenes de la naturaleza, tres mundos en el que el pensamiento se realiza, las ciencias cosmogónicas, psíquicas y físicas les corresponden, la Natura Naturata)

Lo Inefable contiene en su profundo seno lo Eterno masculino y lo Eterno femenino. Su unión indisoluble forma su poder y su misterio.

Esto Moisés lo consigna de modo figurado en la estructura del nombre divino, que explica sólo a sus adeptos. Que la naturaleza velada se oculta en el nombre mismo de Dios.

Eva, revela sus afinidades profundas con la Isis terrestre y divina

Imágenes ti¡omadas del libro En busca de Isis

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ELEUSIS

A treinta kilómetros de Atenas, Eleusis era una zona agrícola, en donde cobraron la mayor importancia sus cultos mistéricos.

En época remota, una colonia griega llegada de Egipto, trajo a Eleusis el culto de Isis, bajo el nombre de Demeter (Madre Universal), hasta que Teodosio con un edicto ordena arrasar el templo.

Demeter presidía junto a Perséfona, su hija,  los pequeños y grandes misterios

El pueblo reverenciaba en Ceres, diosa de la agricultura, la madre tierra, que para el iniciado es la luz celeste, la madre de las almas, y la Inteligencia Divina, madre de los Dioses cosmogónicos.

El culto en Eleusis, lo dispensaban los “hijos de la Luna” sacerdotes áticos, que actuaban como puentes entre tierra y cielo, cantando los medios para reencontrar el camino de ascenso, conocidos como Eumolpides “cantores de melodías bienhechoras”.  Bajo formas humanas, expresaban celestes ideas, que insinuaban en el alma una vida mejor y en el espíritu la inteligencia de las verdades divinas.

En el corazón de su culto, se hallaba el mito de Ceres y su hija Proserpina, que en sentido íntimo era representación simbólica de la historia del alma, de su descenso a la materia, de sus sufrimientos en las tinieblas del olvido, y su reascensión y retorno a la vida divina. Es decir, caída y  redención

En Eleusis todo se iluminaba, el círculo de las cosas se extendía para los iniciados devenidos en videntes, La historia de Psiquis-Persefora era para cada alma una revelación sorprendente, y la vida se explicaba como expiación o prueba.

Los misterios menores se celebraban en antestherion, en el mes de febrero, en Agae, pueblo vecino de Atenas, los aspirantes que habían dado pruebas suficientes eran recibido a la entrada de un recinto cerrado, por Hieroceryx, sacerdote que representaba al heraldo Hermes portador del caduceo, conductor e interprete de los misterios, que los llevaba al santuario de Koré (Proserpina) en mitad de un bosque sagrado, donde el coro de hierofántidas,  sacerdotisas  de Proserpina, entonaban solemnemente a los aspirantes una melopea grave, para seguidamente prophantida, la profetisa dirigente lanzar una maldición contra el que pretendiese profanar los misterios.

Tras varios días dedicados a la purificación, en la noche del último día se representaba el rapto de Perséfona

¿Oh aspirantes a los misterios, guardad y meditar esta expresión de Empédocles:… la generación es una destrucción terrible, que hace pasar a los vivos al lado de los muertos. En otro tiempo habéis vivido la verdadera vida y luego, atraídos por un encanto, habéis caído al abismo terrestre, subyugados por el cuerpo. Vuestro lado presente sólo es un sueño letal. El pasado y el porvenir, existen solos realmente. Aprended a recordar, aprended a prever…

Los neófitos convertidos en mystos (velados) volvían a sus cotidianidades, mientras el gran velo de los misterios se extendió ante sus ojos, entre ellos y el mundo exterior se habían interpuesto una nube y se había abierto un ojo en su espíritu.

Los misterios mayores llamados orgías sagradas, se celebraban cada cinco años, en boedromión, en el mes de septiembre, en Eleusis.

Fiestas simbólicas que duraban nueve días. Al octavo día se entregaba al mystos la insignia de la iniciación, el tirso, junto a una canasta cerrada o “cisto” que contenía objetos de oro misteriosos (una piña símbolo de fecundidad y generación; una serpiente espiral, símbolo de la evolución universal del alma caída en la materia y redención por el espíritu; y un huevo esfera o perfección divina, objetivo del hombre) cuya comprensión debía dar el secreto de la vida y que tan sólo podía abrirse finalizada la iniciación ante el hierofante.

Tras juramentarlos no revelar los misterios era preciso atravesare el imperio de la la muerte, la prueba de los iniciados, “desafiar a las tinieblas para gozar de la luz”, revestidos de cervatos en completa oscuridad entraban al laberinto subterráneo en donde gemidos y visiones y apariciones terroríficas súbitas asaltaban a los mystos, que Plutarco relacionó con el estado de un hombre en su lecho de muerte. La más extraña acontecía en una cripta, donde un sacerdote frigio de pie ante un brasero de cobre que iluminaba intermitentemente la sala , obligándoles a sentarse a la entrada, lanzaba al brasero puñados de perfumes narcóticos, que envolvían a los mystos con confusas formas cambiantes cerrándoles el paso, mientras el sacerdote les decía pasad, quienes tras varios intentos lo conseguían porque su firme resolución desvanecía el sortilegio accedían a una sala circular mayor, iluminada fúnebremente, en cuyo centro un árbol de bronce, elevaba su follaje por el techo, en donde se ocultaban representaciones de todos los demonios que se encarnizan con el hombre, bajo el se representa a Plutón con su esposa Perséfona, como soberana de los muertos.

Súbitamente de una galería ascendente brillan antorchas que los llaman Venid Iacchos ha vuelto, Demeter espera a su hija Evohé

Perséfona se levanta pero una mano la retiene, la antorchas de apagan y una voz exclama “¡Morir es renacer!”, Los mystos se abalanzan por la abertura del subterráneo donde se les despoja de la piel de cervatos, les rocían de agua lustral, los revisten de lino y les llevan a templo iluminado donde son recibidos por el Gran Hierofante que les instruye, donde el Sol es un porta-antorcha, la Luna su oficiante cerca del altar, y Hermes su Heraldo místico.

El Sumo Sacerdote asimilado al Demiurgo les da la bendición suprema Konx Om Pax “Que tus deseos se cumplan; vuelve al alma universal”

Los iniciados se habían ido poco a poco identificándose con la acción, de simples espectadores se convirtieron en actores y reconocían al fin que el drama de Perséfona pasaba en ello mismos. El rito se ha consumado y los mystos devienen en videntes.

Aprendieron que la divina Perséfona, era la imagen del alma humana encadenada a la materia en esta vida o entregada a la otra a tormentos, si vivió esclava de sus pasiones. Pero que el alma puede purificarse por la disciplina, y presentir por el esfuerzo combinado de la intuición, la razón y la voluntad, participar de las verdades de la que tomará posesión en el inmenso más allá. Solo entonces Perséfona volverá a ser la pura, luminosa, Virgen inefable, dispensadora de amor y alegría

Ceres personifica la Inteligencia divina y el principio intelectual del hombre, que éste debe alcanzar para obtener su perfección.

Tomado de  E. Schure

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